La aplicación de la narrativa psiquiátrica y la psicopatología fenomenológica al informe pericial psiquiátrico
- Alfredo Calcedo
- 19 jul
- 5 Min. de lectura

El informe pericial psiquiátrico es, ante todo, un acto de mediación entre dos lenguajes: el de la clínica, donde se explora la vida mental y el sufrimiento psíquico del sujeto, y el del Derecho, que exige claridad, objetividad y respuestas técnicas con consecuencias normativas. La calidad de un informe pericial no reside solamente en su exactitud diagnóstica, sino también en su capacidad para representar, de forma comprensible y fundada, la realidad psíquica de una persona cuya subjetividad debe ser traducida en categorías con sentido jurídico. En este contexto, la aplicación conjunta de la narrativa psiquiátrica y la psicopatología fenomenológica ofrece una vía epistemológica privilegiada para enriquecer la labor pericial, permitiendo no sólo describir síntomas, sino comprender existencias rotas, trayectorias de vida marcadas por la alteración de la experiencia del mundo, de los otros y de sí mismo.
La narrativa psiquiátrica, inspirada en la medicina narrativa y en la hermenéutica contemporánea, concibe la enfermedad mental como una experiencia dotada de sentido que debe ser escuchada, interpretada y reconstruida en su singularidad. Más allá de los manuales diagnósticos y de las clasificaciones nosológicas, la narrativa permite captar la manera en que el sujeto vive y relata su sufrimiento, los modos en que éste irrumpe en su biografía, y los significados que el paciente otorga a sus síntomas. El informe pericial tradicional tiende, muchas veces, a fragmentar esta dimensión, centrándose en la enumeración de síntomas y en el juicio de capacidad, omitiendo la riqueza de la vida psíquica tal como se manifiesta en la expresión subjetiva del paciente. Sin embargo, en el ámbito forense, donde están en juego cuestiones como la imputabilidad penal, la capacidad civil o el riesgo de conducta violenta, esta comprensión profunda resulta esencial.
Por su parte, la psicopatología fenomenológica aporta el andamiaje conceptual necesario para una exploración rigurosa de la vida psíquica desde dentro, es decir, desde la perspectiva del sujeto que vive la alteración. Nacida de la filosofía de Husserl y desarrollada por psiquiatras como Karl Jaspers, Ludwig Binswanger y más recientemente Thomas Fuchs, esta corriente propone una aproximación que no se limita a observar comportamientos o inferir diagnósticos, sino que se esfuerza por comprender la estructura de la experiencia alterada. La esquizofrenia, por ejemplo, no es concebida solamente como una entidad nosológica, sino como una modificación radical de la presencia en el mundo, del modo de vivenciar el cuerpo, el tiempo, el espacio y la relación con los otros. El delirio no es simplemente una creencia falsa, sino una transformación en la manera de habitar el sentido, de interpretar las señales, de construir la realidad.
Integrar esta perspectiva fenomenológica en el informe pericial psiquiátrico implica adoptar una actitud clínica que privilegia la comprensión antes que la clasificación. Requiere escuchar sin prejuicio el relato del paciente, explorar con atención los matices de su discurso, identificar las alteraciones de la experiencia originaria sin reducirlas a meros déficits cognitivos o alteraciones de la conducta. El informe, en este enfoque, se convierte en un relato clínico que reconstruye la experiencia del sujeto a partir de su propio lenguaje, pero que lo traduce cuidadosamente al lenguaje técnico requerido por el ámbito jurídico. La tarea del perito no es simplemente describir si hay o no síntomas compatibles con un trastorno, sino mostrar cómo se ha ido configurando el mundo vivido del paciente, cómo se ha alterado su sentido de la realidad, cómo se ha transformado su vivencia de los otros, y cómo estas alteraciones afectan a su capacidad de comprender y autodeterminarse en relación con los hechos jurídicamente relevantes.
La combinación de narrativa psiquiátrica y fenomenología permite estructurar un informe que no sólo cumple con los requisitos formales exigidos por los tribunales, sino que también representa de manera ética y profunda la singularidad del sujeto evaluado. En lugar de reducir la historia del paciente a una sucesión de antecedentes y diagnósticos, el informe reconstruye una trayectoria vital marcada por la irrupción del sufrimiento, situando los síntomas en su contexto existencial, mostrando la progresión del trastorno y su impacto en la vida cotidiana. Esta reconstrucción narrativa no es incompatible con el rigor científico, sino que lo complementa, proporcionando la base comprensiva sobre la cual se fundamenta el juicio técnico.
Por ejemplo, en el caso de una evaluación de imputabilidad penal, la narrativa fenomenológica permite reconstruir no sólo si el paciente padecía un trastorno en el momento del delito, sino cómo vivía la situación, qué grado de conciencia tenía sobre la ilicitud del acto, qué significaba para él el entorno en el que ocurrió, si el otro era vivido como alguien amenazante o irreal, si sus actos respondían a una lógica interna del delirio o a una intencionalidad consciente. Esta forma de aproximación permite responder con mayor solidez a las preguntas del tribunal, aportando no sólo un diagnóstico, sino una explicación del sentido de la acción delictiva en el marco de la vivencia psicopatológica.
Asimismo, en evaluaciones de capacidad civil, por ejemplo para testar, consentir un tratamiento o gestionar bienes, la narrativa fenomenológica permite explorar en profundidad la vivencia del yo, la continuidad temporal, la capacidad de deliberación, el juicio de realidad, y la comprensión intersubjetiva, elementos todos ellos esenciales para valorar si el sujeto posee o no la capacidad jurídica para tomar decisiones autónomas. La fenomenología no se contenta con establecer si hay o no deterioro cognitivo; busca comprender si la conciencia del sujeto está estructurada de manera suficiente como para sostener un acto volitivo libre y consciente.
En términos prácticos, la estructura del informe puede respetar los apartados clásicos –identificación, metodología, historia clínica, exploración psicopatológica, juicio diagnóstico y conclusiones forenses–, pero su contenido se enriquece cuando incorpora elementos narrativos y fenomenológicos. En la sección de historia clínica, no basta con enumerar diagnósticos previos, sino que se debe reconstruir cómo se inició el trastorno, cómo fue vivido por el paciente, qué cambios se produjeron en su mundo vital. En la exploración, el perito debe describir no sólo lo observado, sino lo vivido por el paciente: cómo experimenta el tiempo, cómo percibe su cuerpo, qué sentido otorga a sus emociones, cuál es su relación con el otro. En el juicio diagnóstico, se debe integrar esta comprensión vivencial con los criterios técnicos de los sistemas clasificatorios, mostrando cómo la alteración se articula con la estructura general de la personalidad y la historia vital del sujeto. En las conclusiones forenses, finalmente, se debe responder con claridad a las preguntas jurídicas, pero sin perder la riqueza comprensiva construida a lo largo del informe.
La aplicación de la narrativa psiquiátrica y la psicopatología fenomenológica al informe pericial psiquiátrico exige formación, tiempo y una disposición clínica específica. No se trata de abandonar los estándares técnicos, sino de complementarlos con una mirada que reconozca la complejidad de la experiencia humana. Frente al riesgo de que el perito se convierta en un mero operador de categorías diagnósticas, este enfoque lo invita a recuperar el núcleo ético y clínico de su tarea: escuchar, comprender, interpretar y traducir el sufrimiento del otro en un lenguaje que sea inteligible para el Derecho, sin traicionar su singularidad.
En definitiva, la conjunción de narrativa y fenomenología en el informe pericial psiquiátrico no sólo enriquece la calidad clínica del dictamen, sino que mejora su capacidad comunicativa, favorece decisiones judiciales más ajustadas a la realidad psíquica de los implicados y contribuye a humanizar una práctica que, por su naturaleza, tiende a cosificar la subjetividad del paciente. En un tiempo donde el rigor científico no puede disociarse de la comprensión humana, esta propuesta representa una vía necesaria para una psiquiatría forense más justa, más precisa y más ética.



