Maurice Merleau-Ponty y la fenomenología de la percepción
- Alfredo Calcedo
- 27 jul
- 9 Min. de lectura

Merleau-Ponty concibe la percepción no como un proceso meramente representacional, sino como experiencia vivida donde cuerpo y mundo se implican mutuamente. Según él, “el cuerpo no es visto como un simple objeto, sino como uno de los aspectos centrales del hombre, pues este lo posiciona en el mundo”. En su enfoque fenomenológico, el sujeto es inseparable de su corporalidad: “Yo soy mi cuerpo” expresa la indivisibilidad entre cuerpo y yo. Esta postura contrapone la visión dualista cartesiana y ofrece una alternativa para la psiquiatría, al entender la experiencia perceptiva como situación encarnada.
A lo largo de su obra –desde La Estructura del Comportamiento (1942) y Fenomenología de la Percepción (1945) hasta Lo Visible y lo Invisible (1964) y sus cursos–, Merleau-Ponty desarrolla varios conceptos clave que aquí analizaremos con rigor filosófico y psicológico, enfatizando sus implicaciones para la psiquiatría. Integraremos citas de su pensamiento y de la crítica académica, centrándonos en:
Cuerpo vivido y corporeidad,
Intencionalidad perceptiva y experiencia prerreflexiva,
Intersubjetividad y constitución mutua sujeto-mundo,
Relación percepción-lenguaje y expresión corporal,
El mundo en la constitución del sujeto.
Estos apartados mostrarán cómo Merleau-Ponty redefine la percepción como un fenómeno pre-teórico y expresivo, y por qué su teoría resulta relevante para comprender trastornos perceptuales en psiquiatría.
El cuerpo vivido y la corporeidad
Merleau-Ponty rompe con la visión cartesiana del cuerpo como mero objeto (“res extensa”) separado de la mente. Él afirma que el “cuerpo vivido” (le corps propre) –el cuerpo tal como lo experimenta el sujeto pre-reflexivo– es radicalmente distinto del cuerpo objetivado por la ciencia. Como señala una interpretación reciente: “el cuerpo vivido se diferencia radicalmente de ese cuerpo objetivo que es estudiado por otras áreas del saber”. En lugar de concebirlo como una “estructura técnica” externa, el cuerpo para Merleau-Ponty es el vehículo ininterrumpido de la experiencia: “Yo soy mi cuerpo” resume su idea de identidad cuerpo-subjectividad.
En este sentido, Merleau-Ponty introduce el concepto de “carne” (la chair) para describir la intersubjetividad sensorial del cuerpo. Como explica Ferrada-Sullivan, “Merleau-Ponty introduce la idea de la carne. Según el autor, el cuerpo sería el lugar de la carne. Es decir, que es el cuerpo donde el fenómeno de la carne se hace evidente. La carne sería presente […] en forma de una estructura intersensorial, no como una suma de partes sino como un tejido”. Esto significa que sentidos y movimiento no funcionan aisladamente, sino como un continuo perceptivo: la corporeidad integra tacto, vista, oído, etc., en una experiencia unitaria. Por ello Merleau-Ponty dice que la percepción es sensoriomotriz: el organismo se prolonga en el medio, adaptándose dinámicamente a él. Como él mismo escribe, el “organismo en su dinamismo sensorial y perceptivo coexiste de un modo integrado, prolongándose en el medio”.
En resumen, para Merleau-Ponty el cuerpo no es un simple objeto de estudio, sino el sujeto mismo de la vivencia. Conceptos clave: corporalidad encarnada, cuerpo vivido vs cuerpo objetivo, noción de carne como tejido intersensorial. Esta redefinición del cuerpo como sujeto corpóreo abre un nuevo campo en psiquiatría: por ejemplo, trastornos que disocian cuerpo y conciencia (como ciertos tipos de despersonalización o las alucinaciones corporeizadas) pueden interpretarse como alteraciones en esa unidad cuerpo-subjetividad. De hecho, la fenomenología merleau-pontyana ofrece al clínico una perspectiva diferente, más holística, sobre las alteraciones corporales en la psique.
Intencionalidad perceptiva y experiencia prerreflexiva
Merleau-Ponty retoma el concepto husserliano de intencionalidad –la conciencia siempre es conciencia de algo– pero lo traslada al registro pre-teórico y corpóreo. En lugar de concebir la percepción como reconstrucción cognitiva, lo hace como apertura corporal al mundo. El cuerpo intenciona el mundo antes de la reflexión discursiva: existe una “intencionalidad del cuerpo” que sustenta todo conocimiento sensorial. Merleau-Ponty sostiene que el sujeto obtiene el saber del mundo “gracias a mi cuerpo por medio de su sensibilidad”. Este modo de conocer, llamado por él practognosia, es conocimiento por la práctica y la acción corporal. Por ejemplo, un bailarín aprende el espacio y su propio cuerpo no solo con ideas, sino moviéndose. Merleau-Ponty afirma: “practognosia… significa que se conoce a través de la práctica”. Así, la percepción es un flujo pre-reflexivo donde el cuerpo ya contiene un saber tácito de espacio, tiempo y objetos.
Esta experiencia prerreflexiva es inmediata: el cuerpo se constituye en el mundo sin pasar por una representación mental previa. De hecho, Merleau-Ponty dice que el cuerpo puede cerrarse al mundo (si cierro los ojos o me abstraigo), pero “precisamente porque puede cerrarse al mundo, mi cuerpo es asimismo lo que me abre al mundo y me pone dentro de él en situación”. Dicho de otro modo, la capacidad del cuerpo para aislarse muestra que también es lo que posibilita la apertura perceptiva primaria. En este sentido, la conciencia perceptiva es corporal: no “pienso la percepción”, sino que el mundo vive en mí como vivencia primordial. Como sostienen comentaristas, “la conciencia perceptiva del mundo es también una conciencia corporal de sí” (cogito tácito).
En la psiquiatría, esta perspectiva destaca que las alteraciones perceptivas (alucinaciones, esquizofrenia) no son meramente desviaciones cognitivas, sino perturbaciones en el ritmo intencional-corporomotor. La idea de intencionalidad perceptiva indica que no percibimos estímulos aislados sino un contexto significativo activo: uno ve, oye o toca dentro de “un futuro perceptivo” abierto. En la clínica, esto se refleja en que el paciente con esquizofrenia, por ejemplo, pierde ese anclaje pre-reflexivo y experimenta la realidad como fragmentada. Merleau-Ponty critica las teorías objetivistas pues “la percepción aprehende fenómenos espontáneamente significativos”; no se trata de una suma de sensaciones muertas, sino de un “gesto incorporado” que crea significado.
Intersubjetividad y constitución mutua con el mundo
Para Merleau-Ponty la percepción no es un acto solitario: somos co-originarios con el mundo y los demás. El filósofo afirma que “el mundo está en nosotros tanto como nosotros estamos en el mundo”; es una relación de correspondencia recíproca. En sus palabras: “estamos en el mundo, somos-del-mundo”. Esto significa que mi existencia y la de los otros se entrelazan: se forma una “comunidad de cuerpos” donde co-sostenemos la experiencia y el sentido. Como explica Ferrada-Sullivan, gracias a esto “podemos sostenernos en los otros tanto como ellos se sostienen en uno, ya que nuestros cuerpos se comprenden en una relación de comunión corporal”. El mundo compartido es el medio donde cada cuerpo vive y percibe al otro.
En la interacción cotidiana, esta intersubjetividad se manifiesta en la empatía básica y en la comunicación no-verbal. Merleau-Ponty subraya que “no estoy solo en el mundo, sino con otros y me comunico con ellos por medio del gesto”. El gesto corporal (desde un saludo hasta una mímica facial) lleva sentido propio y enlaza directamente cuerpos sin pasar por la palabra. De hecho, la expresión corporal es una clave fenomenológica: en el gesto el mundo y los otros se hacen palpables, la realidad y la intencionalidad se comparten.
Para la psiquiatría, esta noción ilumina trastornos como la esquizofrenia y el autismo: las dificultades intersubjetivas podrían entenderse como quiebre en esa comunión corporal primaria. Autores fenomenólogos como Jaspers han señalado que los problemas psicóticos implican una pérdida de “sintonía corporal” con el mundo común. Merleau-Ponty influenció pensadores como R. Laing, Watzlawick y la terapia Gestalt a reconocer que la percepción está mediada socialmente. En suma, la percepción se explica como un acto siempre en relación: el significado nace entre cuerpo-mundo-cuerpo.
Percepción y lenguaje
Merleau-Ponty subraya que la percepción es anterior al lenguaje, pero que el lenguaje corporal y simbólico surge de esa base perceptiva. La mirada, las manos, el cuerpo mismo son “sistemas” que “inspeccionan” el mundo. Como escribe: “reconocer bajo el nombre de mirada, de mano y, en general, de cuerpo, un sistema de sistemas consagrado a la inspección de un mundo…”. Esta frase indica que cada acto perceptivo (mirar, tocar) es expresión del cuerpo como total, un sistema integrado.
Además, el gesto y la palabra son medios paralelos de comunicación corporal. Ferrada-Sullivan observa que la sensoriomotricidad común se expresa “a través del gesto y de la palabra”, y que en nuestra experiencia a veces “vemos sonidos y tocamos colores” porque sonidos y colores “retumban” en nuestro particular modo de existencia. En otras palabras, nuestras categorías (espacio, tiempo, lenguaje) están tejidas en la vivencia perceptiva. La palabra emerge como prolongación simbólica del cuerpo, enraizada en las preformas gestuales.
Desde el punto de vista psiquiátrico, esto se conecta con cómo el habla y el lenguaje pueden reflejar alteraciones corporales. Por ejemplo, el paciente con trastorno del espectro esquizofrénico puede experimentar el lenguaje interno y externo como fragmentado. Merleau-Ponty invita a ver el lenguaje no solo como código abstracto, sino como “acto hablado” del cuerpo. De ahí la importancia clínica de observar el paralenguaje y los silencios del enfermo: la expresión corporal (gestos, tonos, pausas) revela el modo en que el mundo se le aparece, más allá de las palabras estrictas. En síntesis, percepción y lenguaje en Merleau-Ponty son ejes convergentes de una misma corporización del saber.
El mundo en la constitución del sujeto
Merleau-Ponty afirma con frecuencia que el sujeto se constituye en el mundo y viceversa. El mundo no es un mero telón de fondo externo, sino co-autor de la experiencia. Como ya citamos, “somos-del-mundo”. Cada percepción implica al mundo como origen co-constituyente; la realidad revela su sentido sólo a través de nuestro estar corporal. En palabras de un intérprete, “las ideas de Merleau–Ponty indican que el saber del mundo lo obtengo gracias a mi cuerpo (anclado en la existencia)…”. Esto subraya que el sujeto (como cuerpo-vivido) y el mundo (como campo perceptivo) se configuran dialécticamente.
Merleau-Ponty repudia la separación sujeto-objeto: según él, la tentativa de describir el cuerpo “a sí mismo” parte del dualismo sujeto-objeto. De ahí su proyecto de Lo Visible y lo Invisible, donde postula un nivel “invisible” (lo precognitivo o vital) que fundamenta lo perceptible. En esa obra propone trascender el dualismo para pensar un cuerpo original, prelógico, que da lugar a la manifestación del mundo. Aunque esta discusión va más allá de la presente aproximación, la idea central es que el mundo –el “espacio de sentido” de nuestras vivencias– constituye al sujeto en un proceso activo.
En psiquiatría, la implicación es que alteraciones mentales pueden entenderse como fallas en la co-constitución sujeto-mundo. Por ejemplo, la persona deprimida puede percibir el mundo como inapropiado o cerrado (“el mundo como deformado”), lo que en Merleau-Ponty equivaldría a un desanclaje corporal-pre-reflexivo del entorno. La noción de “estar-en-el-mundo” (Heidegger) merleau-pontyanizada sugiere que la salud mental puede evaluarse según cómo el cuerpo perceptivo se integra con los espacios y personas del mundo circundante.
Crítica y aportes en psiquiatría
La fenomenología merleau-pontyana ha sido reconocida por enriquecer la psicopatología descriptiva. Varios autores señalan que “los postulados fenomenológicos del francés tienen importantes implicancias dentro de la psicopatología”: Jaspers integró la idea de pre-reflexividad en su estudio de las alucinaciones; R. Laing y Watzlawick retomaron la noción de intencionalidad corporal en terapia familiar; la terapia Gestalt adoptó el enfoque del aquí y ahora vivido. En conjunto, Merleau-Ponty brinda “otra perspectiva… que le ayudará entender mejor la psicopatología”, justamente porque sitúa el síntoma en una vivencia global y encarnada, no como mero error cognitivo.
Críticamente, algunos señalan que Merleau-Ponty es difícil de aplicar directamente en clínica: su estilo poético y abstracto puede alejarlo de aplicaciones prácticas. Además, él mismo no elaboró una psicopatología; su trabajo es más descriptivo que prescriptivo. Sin embargo, su noción de intentionalidad afectiva y cuerpo pre-reflexivo invita a una terapia que atienda el “sentir antes que el saber”. Por ejemplo, en el tratamiento de fobias o trauma se emplean prácticas corporales para reconstituir un sentimiento de mundo seguro –prácticas coherentes con la fenomenología merleau-pontyana.
Un análisis crítico adicional es que Merleau-Ponty heredó algunas ambigüedades de Husserl: por un lado alaba la vivencia primordial, pero a veces usa un lenguaje filosófico complejo. Asimismo, sus implicaciones neurocientíficas han sido debatidas: algunos fisiólogos consideran que sobreestima la unidad sensoriomotriz ante hallazgos modernos. No obstante, la visión fenomenológica proporciona un antídoto frente al reduccionismo biológico extremo: recuerda al psiquiatra que el síntoma es siempre expresión de un “cuerpo-en-el-mundo” con su historia y sus sentidos.
Conclusiones
La fenomenología de la percepción de Maurice Merleau-Ponty despliega una teoría rica y compleja del sujeto perceptivo encarnado. Ha enfatizado que el “cuerpo vivido” es el centro de la experiencia, que la percepción tiene una intencionalidad pre-reflexiva y que el sujeto se constituye junto al mundo y a otros cuerpos. Hemos visto cómo ha integrado en un todo cuerpo, mente y mundo, usando nociones como la carne, la “practognosia” y la comunión corporal. Estos conceptos amplían la comprensión de la percepción más allá del intelecto: muestran un sujeto que es intersubjetivo y situado, cuyas vivencias son sensibles y lingüísticas a la vez.
En el ámbito psiquiátrico, la aportación de Merleau-Ponty radica en ofrecer un marco teórico para entender los trastornos perceptivos y corporales como alteraciones de esa experiencia pre-teórica. La fenomenología aplicada invita al profesional a ver el síntoma (un delirio, una distorsión corporal, un aislamiento) como una manera de aparecer del mundo, no solo un defecto neuronal. Su influencia en psicoterapias y diagnósticos (Jaspers, Laing, psiquiatría existencial) es testimonio de su relevancia.
Finalmente, cabe resaltar que la obra merleau-pontyana es densa pero coherente: concilia el carácter objetivo de la ciencia con el carácter subjetivo de la vivencia, proponiendo una nueva no-dualidad entre cuerpo y conciencia, sujeto y mundo. Para el experto en psiquiatría familiarizado con terminología fenomenológica, estas teorías abren líneas de investigación sobre, por ejemplo, la (in)conciencia corporal en la esquizofrenia, la reeducación perceptiva en el autismo, o la importancia del lenguaje corporal en la terapia. En suma, Merleau-Ponty plantea que el mundo y el cuerpo nos hacen a la vez percibir y ser, una idea que permanece provocadora para toda reflexión filosófico-psicológica sobre la mente y la salud mental.
Referencias (APA):
Ferrada-Sullivan, J. (2019). Sobre la noción de cuerpo en Maurice Merleau-Ponty. Cinta Moebio, (65), 121-144. doi:10.4067/S0717-554X2019000200159
Merleau-Ponty, M. (1996). Fenomenología de la percepción. Barcelona: Península.
Merleau-Ponty, M. (1968). Lo Visible y lo Invisible (Col. Telos, 88). Paris: Éditions Gallimard.
Merleau-Ponty, M. (1942). La estructura del comportamiento. Paris: Gallimard.
Henry, M. (2015). Fenomenología de la vida. Barcelona: Paidós.
Valverde Felipe, J. L. (2025). Maurice Merleau-Ponty: cuerpo y psicopatología. Phainomenon, 24(1), e3287. doi:10.33539/phai.v24i1.3287
Cox, G. (2020). Guía existencialista para la muerte, el universo y la nada. Barcelona: Alianza.



