top of page

Paul Ekman y la falta de base científica de los métodos para detectar la mentira

Actualizado: hace 5 horas

Paul Ekman en 2013 (Wikipedia)
Paul Ekman en 2013 (Wikipedia)

Acabo de leer en el New York Times el obituario de Paul Ekman (1934-2025), un psicólogo investigador que se hizo mundialmente famoso con sus teorías sobre la universalidad de las expresiones faciales. Sus investigaciones empíricas, en las que años más tarde se demostró que tenían graves errores metodológicos, sirvieron de base para que surgiera una nueva clase de supuestos expertos de en la detección de la mentira. También generaron una industria de la detección de la mentira con el diseño de aparatos que analizaban las expresiones y definían quien mentía o era sincero. El modelo de Paul Ekman ahora está abandonado y existe un consenso científico hoy en día en que no existe un método validado científicamente que permita discernir quién dice la verdad o miente.


La historia de la psicología de la emoción en el último medio siglo ha estado dominada por una narrativa singular y poderosa: la existencia de emociones básicas universales, biológicamente innatas y evolutivamente preservadas, que se manifiestan a través de expresiones faciales reconocibles transculturalmente. Esta teoría, defendida y popularizada por el psicólogo Paul Ekman, no solo transformó la comprensión académica del afecto humano, sino que permeó profundamente las estructuras de seguridad nacional, los sistemas judiciales y la cultura popular global. La premisa de que la verdad está escrita en el rostro y que, mediante el entrenamiento adecuado, es posible descifrar las intenciones ocultas y las mentiras a través de "microexpresiones" y "fugas no verbales", ha justificado inversiones multimillonarias en programas de vigilancia y protocolos de interrogatorio.


Sin embargo, los cimientos empíricos de la teoría de Ekman se han fracturado irreparablemente. La evidencia acumulada por investigadores como James Russell, Lisa Feldman Barrett y Timothy Levine revela que la universalidad de las expresiones faciales es, en gran medida, un artefacto metodológico derivado de técnicas de investigación sesgadas, como la elección forzada. Los estudios realizados en poblaciones remotas con metodologías más rigurosas (como la clasificación libre) muestran una diversidad radical en la conceptualización y expresión de la emoción, apoyando modelos construccionistas y de predicción cerebral en lugar de modelos de "disparo" reflejo.


Paralelamente, el corolario práctico de la teoría de Ekman —la detección de mentiras— se enfrenta a una crisis de validez. Desde el fracaso del polígrafo hasta la ineficacia demostrada de programas como SPOT de la TSA y los sesgos inherentes en los nuevos sistemas de Inteligencia Artificial (IA) como iBorderCtrl y AVATAR, la ciencia confirma que no existe una señal fisiológica o conductual única del engaño. Este documento analiza la trayectoria de estas teorías, detalla su refutación científica y examina las implicaciones de operar bajo paradigmas psicológicos obsoletos en el siglo XXI.


1. El Ascenso de la ortodoxia: Paul Ekman y la arquitectura de las emociones básicas


1.1 El contexto histórico: el péndulo entre Darwin y la cultura

Para comprender la magnitud de la intervención de Paul Ekman en la ciencia psicológica, es imperativo situarse en el clima intelectual de mediados del siglo XX. En las décadas de 1950 y 1960, el pensamiento dominante en la antropología y la psicología estaba fuertemente influenciado por el relativismo cultural. Figuras prominentes como la antropóloga Margaret Mead y el experto en kinésica Ray Birdwhistell sostenían que el comportamiento humano, incluidas las expresiones faciales, era fundamentalmente aprendido y socialmente construido. Según esta visión, una sonrisa o un ceño fruncido eran tan arbitrarios como las palabras de un idioma; su significado dependía enteramente del contexto cultural en el que se emitían. Birdwhistell llegó a afirmar categóricamente que no existían símbolos universales en el cuerpo humano, y que intentar encontrar un lenguaje universal de la emoción era una búsqueda fútil.


En contraposición a este relativismo se encontraba el legado de Charles Darwin. En su obra seminal de 1872, La expresión de las emociones en el hombre y en los animales, Darwin argumentó que las expresiones emocionales eran vestigios evolutivos, adaptaciones biológicas que cumplían funciones específicas para la supervivencia y que eran compartidas por toda la especie humana, e incluso por otros mamíferos. Sin embargo, a mediados del siglo XX, la visión darwiniana había caído en desgracia en las ciencias sociales, que preferían explicaciones centradas en el aprendizaje y el entorno.


Paul Ekman, inicialmente escéptico respecto a la universalidad, recibió financiación de la Agencia de Proyectos de Investigación Avanzada (ARPA) del Departamento de Defensa de los Estados Unidos para investigar la comunicación no verbal. El interés del gobierno no era meramente académico; en el contexto de la Guerra Fría, existía una necesidad estratégica de comprender las intenciones y estados emocionales de líderes y poblaciones extranjeras más allá de las barreras del lenguaje. Fue en este crisol de necesidades geopolíticas y debate teórico donde Ekman diseñó los estudios que cambiarían el curso de la psicología.


1.2 La metodología fundacional y los estudios transculturales

La investigación que cimentó la fama de Ekman se centró en la hipótesis de que, si las emociones fueran verdaderamente biológicas y universales, deberían ser reconocibles por personas de cualquier cultura, independientemente de su exposición a los medios occidentales. Junto con colegas como Carroll Izard, Ekman llevó a cabo una serie de estudios iniciales mostrando fotografías de expresiones faciales exageradas a participantes de culturas letradas (Estados Unidos, Japón, Brasil, Chile, Argentina). Los resultados mostraron un alto grado de consenso en el etiquetado de emociones específicas: Ira, Asco, Miedo, Alegría, Tristeza y Sorpresa. Estas se convirtieron en las famosas "Seis Grandes" (Big Six) emociones básicas.


Sin embargo, persistía una crítica metodológica fundamental: todas las culturas estudiadas habían tenido contacto con la cultura occidental a través del cine, la televisión y las revistas. Podría argumentarse que los participantes no reconocían una realidad biológica innata, sino que simplemente habían aprendido las convenciones occidentales de representación emocional, del mismo modo que se aprende que un semáforo rojo significa "alto". Para refutar esto, Ekman necesitaba una población visualmente aislada, una "pizarra en blanco" cultural.


1.3 La expedición a Papúa Nueva Guinea y el mito de los Fore

En 1967, Ekman viajó a las tierras altas de Papúa Nueva Guinea para estudiar al pueblo Fore, una sociedad que en ese momento vivía en un aislamiento relativo, utilizaba herramientas neolíticas y tenía una exposición mínima o nula a la imaginería occidental. Este estudio se convirtió en la piedra angular empírica de la Teoría de las Emociones Básicas (BET).


Al llegar al campo, Ekman se encontró con dificultades logísticas significativas. Los métodos tradicionales de mostrar una foto y pedir al participante que nombrara la emoción no funcionaban bien debido a las barreras lingüísticas y a la falta de correspondencia directa entre el vocabulario emocional de los Fore y el inglés. Para superar esto, Ekman desarrolló el paradigma de la "historia Dashiell" o método de elección forzada. El procedimiento consistía en narrar una breve historia emocional adaptada al contexto local (por ejemplo, "Esta persona está a punto de pelear" o "Su hijo ha muerto") y presentar al participante tres fotografías de rostros. La tarea del sujeto era seleccionar la foto que mejor se ajustaba a la historia.


Ekman reportó que los Fore seleccionaron las expresiones faciales "correctas" (según la taxonomía occidental) en tasas muy superiores al azar. Basándose en estos datos, concluyó que la capacidad de reconocer y expresar las emociones básicas estaba "cableada" en el sistema nervioso humano, independientemente de la cultura. Esta conclusión desplazó el péndulo científico violentamente hacia el determinismo biológico, estableciendo la hegemonía de la BET durante décadas.


1.4 La operacionalización del rostro: el Sistema de Codificación de Acción Facial (FACS)

Para dotar a su teoría de un instrumento de medición objetivo, Ekman y su colega Wallace Friesen, basándose en el trabajo previo del anatomista sueco Carl-Herman Hjortsjö, desarrollaron en 1978 el Sistema de Codificación de Acción Facial (Facial Action Coding System, FACS). El FACS es un sistema anatómico exhaustivo que descompone cualquier movimiento facial observable en unidades elementales llamadas Unidades de Acción (AUs), basadas en la contracción de músculos específicos o grupos musculares.


A diferencia de los descriptores subjetivos (como "sonrisa triste"), el FACS utiliza un lenguaje puramente descriptivo y anatómico. Esto permitió a los investigadores cuantificar el comportamiento facial con una precisión sin precedentes.


Tabla 1. Selección de Unidades de Acción (AUs) Clave y sus Asociaciones en la Teoría de Ekman

Unidad de Acción (AU)

Descripción Anatómica

Músculo Principal Involucrado

Asociación Emocional Según Ekman (BET)

AU 1

Elevación interior de las cejas

Frontalis (pars medialis)

Tristeza, Miedo (parte central de la "herradura" de dolor)

AU 2

Elevación exterior de las cejas

Frontalis (pars lateralis)

Sorpresa, Miedo

AU 4

Descenso y unión de las cejas

Corrugator supercilii, Depressor supercilii

Ira, Preocupación, Miedo, Dolor, Concentración

AU 5

Elevación del párpado superior

Levator palpebrae superioris

Sorpresa, Miedo, Ira (mirada fija)

AU 6

Elevación de las mejillas

Orbicularis oculi (pars orbitalis)

Alegría genuina (Marcador Duchenne), Dolor

AU 9

Arrugamiento de la nariz

Levator labii superioris alaeque nasi

Asco

AU 12

Estiramiento de comisuras labiales

Zygomaticus major

Alegría (sonrisa social o genuina)

AU 15

Depresión de comisuras labiales

Depressor anguli oris

Tristeza

AU 20

Estiramiento horizontal de labios

Risorius

Miedo

Fuentes de datos:

El FACS se convirtió en el estándar de oro para la investigación. Sin embargo, Ekman dio un paso teórico adicional crucial y polémico: vinculó combinaciones específicas de AUs a emociones discretas universales. Por ejemplo, definió que la "alegría verdadera" debía incluir necesariamente la activación simultánea de AU12 y AU6 (la llamada sonrisa Duchenne), mientras que la ausencia de AU6 indicaba una sonrisa falsa o social. Esta rigidización de la relación entre movimiento muscular y estado interno formó la base para sus posteriores afirmaciones sobre la detección de mentiras: si el rostro se mueve de una manera inconsistente con la emoción declarada, hay "fuga".


2. La deconstrucción científica: evidencia contra la universalidad

A pesar de la aceptación casi dogmática de la teoría de Ekman en la segunda mitad del siglo XX, una corriente crítica robusta, encabezada inicialmente por James Russell y posteriormente por Lisa Feldman Barrett, ha desmantelado sistemáticamente sus premisas metodológicas y teóricas. La revisión moderna sugiere que la universalidad observada por Ekman fue, en gran medida, un producto artificial de sus métodos de investigación.


2.1 El artefacto de la elección forzada

La crítica más devastadora al trabajo de Ekman en Papúa Nueva Guinea y otros estudios transculturales reside en el uso del formato de respuesta de elección forzada. James Russell (1994) analizó la literatura y demostró que este método infla artificialmente las tasas de acuerdo.


Al proporcionar a los participantes una lista cerrada de términos emocionales (o historias pre-seleccionadas), los investigadores:


  1. Imponen una estructura conceptual occidental: Obligan al participante a mapear su percepción visual a categorías que quizás no poseen o no priorizan (como distinguir "ira" de "asco" cuando para ellos podrían ser variantes de una misma categoría de "rechazo").

  2. Permiten el descarte por eliminación: Un participante puede no saber qué significa una cara, pero si sabe que no es "alegría" ni "tristeza" (que son más obvias), puede elegir "miedo" por descarte, aumentando la tasa de "acierto" sin un reconocimiento genuino.

  3. Primado (Priming): Las palabras mismas actúan como una herramienta de enseñanza, sugiriendo al sujeto qué debe buscar en la cara.


Cuando se eliminan estas ayudas y se permite a los participantes describir libremente lo que ven (elección libre), las tasas de reconocimiento de las supuestas emociones universales colapsan, cayendo a menudo por debajo de los niveles de significancia estadística.


2.2 Nuevas evidencias de campo: Los Himba y las Trobriand

En el siglo XXI, investigadores equipados con protocolos más rigurosos regresaron a sociedades remotas para poner a prueba la universalidad.


2.2.1 El estudio Himba (Gendron, Roberson, van der Vyver, Barrett)

Este estudio, realizado con la etnia Himba en Namibia, comparó directamente la metodología de clasificación anclada (estilo Ekman) con la clasificación libre. Los participantes recibieron una pila de fotos de expresiones faciales variadas.


  • Condición Anclada: Cuando se les dieron las palabras emocionales occidentales, los Himba pudieron clasificar las caras con cierta similitud al patrón estadounidense, aunque con menor precisión.


  • Condición Libre: Cuando se les pidió simplemente que agruparan las caras que "eran iguales" o "sentían lo mismo" sin etiquetas verbales, los resultados fueron radicalmente diferentes. Los Himba no agruparon las caras según las categorías de Ekman (todas las sonrisas juntas, todos los ceños juntos). Sus agrupaciones se basaron en dimensiones conductuales (ej. "riendo" vs. "mirando") en lugar de estados mentales internos inferidos.


Este hallazgo es crucial: demuestra que la percepción de la emoción no es una lectura pasiva de una señal universal, sino un proceso activo que depende de tener los conceptos emocionales (palabras y categorías) específicos de una cultura. Sin el concepto de "tristeza" como estado interno, una cara triste puede ser percibida simplemente como cansancio o enfermedad.


2.2.2 El estudio de las Islas Trobriand (Crivelli y Russell)

En un estudio aún más desafiante, Crivelli y Russell investigaron la interpretación de la clásica "cara de miedo" (ojos muy abiertos, boca abierta, cejas levantadas - AU 1+2+5+20) entre los habitantes de las Islas Trobriand en Papúa Nueva Guinea. Según la teoría de Ekman, esta cara debería ser universalmente reconocida como señal de sumisión o terror ante una amenaza. Sorprendentemente, los Trobriandeses interpretaron consistentemente esta expresión como ira o amenaza; una señal de agresión inminente.


Este hallazgo invierte la lógica evolutiva de Ekman. Si una misma configuración muscular puede significar "estoy aterrorizado" en Nueva York y "te voy a atacar" en las Trobriand, la idea de un "programa de afecto" rígido y universal se vuelve insostenible. El significado del movimiento facial es contextual y cultural, no biológicamente fijo.


2.3 El surgimiento del construccionismo psicológico

La refutación de la BET ha dado paso a teorías más sofisticadas que integran la neurociencia moderna. La más prominente es la Teoría de la Emoción Construida de Lisa Feldman Barrett.


A diferencia del modelo de "reflejo" de Ekman, Barrett propone que el cerebro es fundamentalmente un órgano predictivo.


  • Interocepción y Predicción: El cerebro monitorea constantemente el estado interno del cuerpo (interocepción) y el entorno externo. Ante una fluctuación fisiológica (ej. corazón acelerado), el cerebro debe darle sentido.


  • Construcción de Conceptos: El cerebro utiliza conceptos aprendidos culturalmente para categorizar estas sensaciones. Si el corazón se acelera ante una serpiente y tengo el concepto cultural de "miedo", construiré una experiencia de miedo. Si no tengo ese concepto, podría construir una experiencia de "energía" o "espíritu maligno".


  • Conclusión: Las emociones no nos "pasan"; las construimos activamente en el momento. Por lo tanto, no hay una "huella digital" facial o fisiológica única para ninguna emoción, ya que la misma categoría (Ira) puede construirse con infinitas variaciones fisiológicas y faciales dependiendo del contexto.


3. La mentira de la detección de mentiras: el colapso de la "Fuga No Verbal"

La aplicación más famosa y comercialmente exitosa de las teorías de Ekman ha sido en el campo de la detección de engaños. Ekman acuñó el término Fuga No Verbal (Nonverbal Leakage) para describir la hipótesis de que, dado que las emociones son involuntarias y universales, un mentiroso no podrá controlar completamente su cuerpo. La verdadera emoción "se filtrará" a través de canales menos controlados, particularmente en forma de microexpresiones: movimientos faciales completos pero extremadamente rápidos (1/25 a 1/5 de segundo) que revelan la emoción oculta.


Esta hipótesis ha sido el fundamento de programas de entrenamiento para agencias de inteligencia (CIA, FBI), seguridad aeroportuaria (TSA) y corporaciones. Sin embargo, la evidencia científica actual indica que esta premisa es fundamentalmente errónea.


3.1 El Mito de las microexpresiones como diagnóstico

La investigación empírica independiente ha fallado repetidamente en validar las microexpresiones como indicadores confiables de mentira.


  1. Rareza Extrema: Estudios que analizan grabaciones de mentirosos cuadro por cuadro han encontrado que las microexpresiones son eventos extremadamente raros. La gran mayoría de las mentiras se dicen sin ninguna microexpresión acompañante. Porter et al. (2012) encontraron que los observadores no podían distinguir la verdad de la mentira basándose en estas señales.


  2. El Error de Otelo: Incluso cuando ocurren, las microexpresiones revelan emoción, no mentira. Una persona inocente acusada de un crimen grave puede sentir un miedo genuino e intenso. Un detector de microexpresiones vería "miedo" y, siguiendo la lógica de Ekman, podría interpretarlo como "miedo a ser descubierto" (signo de culpa). Este error de interpretación, conocido como el Error de Otelo, es una causa frecuente de falsos positivos en interrogatorios.


  3. Ineficacia del Entrenamiento: Investigaciones que han probado la eficacia de los programas de entrenamiento de Ekman (como el Micro Expression Training Tool, METT) muestran resultados desalentadores. Los sujetos entrenados a menudo no mejoran su precisión en la detección de mentiras por encima del azar, y en algunos casos, el entrenamiento solo aumenta su confianza en juicios erróneos.


3.2 El fracaso institucional: el programa SPOT de la TSA

El ejemplo más costoso de la aplicación de la pseudociencia de Ekman fue el programa Screening of Passengers by Observation Techniques (SPOT) implementado por la Administración de Seguridad en el Transporte (TSA) de Estados Unidos. Con un costo de más de 900 millones de dólares, el programa desplegó a miles de "Oficiales de Detección de Comportamiento" en los aeropuertos para buscar "indicadores de engaño" basados en la lista de Ekman (desvío de mirada, sudoración, microexpresiones de estrés).


La Oficina de Responsabilidad Gubernamental (GAO) realizó auditorías exhaustivas del programa y emitió informes devastadores. La GAO concluyó que no existía evidencia científica validada que respaldara el uso de indicadores conductuales para identificar amenazas a la seguridad de la aviación. El análisis de datos mostró que las tasas de detección de los oficiales SPOT no eran mejores que una selección aleatoria. De hecho, el programa fue criticado por propiciar el perfilado racial, ya que los indicadores subjetivos de "estrés" o "comportamiento sospechoso" eran a menudo interpretados a través de los sesgos implícitos de los oficiales.


3.3 El mito del desvío de la mirada

Uno de los estereotipos más persistentes, derivado en parte de la simplificación de las teorías de fuga, es que los mentirosos evitan el contacto visual. La investigación moderna ha refutado esto categóricamente. De hecho, estudios sugieren que los mentirosos a menudo mantienen más contacto visual que las personas que dicen la verdad, en un esfuerzo consciente y deliberado por parecer sinceros y monitorear si el interlocutor les cree. El desvío de la mirada es indicativo de carga cognitiva (pensar intensamente) o de normas culturales de respeto, no de engaño.


4. La tecnología no es la solución: del polígrafo analógico a la Inteligencia Artificial

Ante la falibilidad de los observadores humanos, los gobiernos y empresas han recurrido a la tecnología, con la esperanza de que las máquinas puedan detectar lo que el ojo humano no ve. Sin embargo, estas tecnologías a menudo adolecen de la misma falla teórica fundamental: la suposición de que existe una "nariz de Pinocho", una señal fisiológica única de la mentira.


4.1 La falacia del polígrafo

El polígrafo, inventado hace un siglo, sigue siendo utilizado ampliamente a pesar de haber sido desacreditado científicamente. El polígrafo no detecta mentiras; detecta excitación autonómica (frecuencia cardíaca, conductancia de la piel, respiración).


La técnica estándar, el Test de Pregunta de Control (CQT), compara la respuesta fisiológica ante preguntas relevantes ("¿Robó usted el dinero?") con preguntas de control ("¿Alguna vez ha mentido para salir de un problema?"). La premisa es que un mentiroso se activará más ante la relevante y un inocente ante la de control.


En 2003, el Consejo Nacional de Investigación (National Research Council, NRC) de EE. UU. publicó una revisión histórica que concluyó que la base científica del polígrafo es "débil". El informe señaló que las respuestas fisiológicas asociadas con el engaño (sudoración, taquicardia) son idénticas a las producidas por la ansiedad, el miedo, la indignación o la sorpresa. Por lo tanto, el polígrafo tiene una tasa inaceptablemente alta de falsos positivos (acusar a inocentes nerviosos) y es vulnerable a contramedidas por parte de mentirosos entrenados (como morderse la lengua o hacer cálculos mentales durante las preguntas de control para alterar la línea base).


4.2 La Nueva Generación: IA y Detección Automatizada

En la última década, la promesa de la detección de mentiras se ha trasladado a la Inteligencia Artificial. Sistemas como AVATAR (un agente virtual de control fronterizo), Silent Talker y el proyecto iBorderCtrl de la Unión Europea han intentado automatizar la detección de microexpresiones y análisis de voz.


Estos sistemas representan un riesgo aún mayor que el polígrafo humano, porque escalan los errores teóricos de Ekman a nivel industrial bajo un velo de objetividad algorítmica.


  • iBorderCtrl: Este proyecto piloto financiado por la UE intentó utilizar cámaras web y algoritmos de IA para analizar las microexpresiones de los viajeros antes de su llegada a la frontera. El sistema fue diseñado para buscar "biomarcadores de engaño" en el rostro. Fue duramente criticado por la comunidad científica y grupos de derechos civiles, ya que se basaba en la premisa desacreditada de que existen signos universales de mentira facial. Las pruebas mostraron que el sistema tenía altas tasas de error y discriminaba contra personas con discapacidades, diferencias culturales o ansiedad natural.


  • Silent Talker y AVATAR: Estos sistemas utilizan redes neuronales para analizar miles de canales de comunicación no verbal simultáneamente. Sin embargo, operan como "cajas negras". No explican por qué clasifican a alguien como mentiroso. Auditorías externas sugieren que a menudo aprenden correlaciones espurias (ej. asociar ciertos acentos o colores de piel con el engaño debido a sesgos en los datos de entrenamiento) en lugar de detectar mentiras reales.


  • Investigación Reciente (2024-2025): Estudios recientes de la Universidad del Estado de Michigan han demostrado que incluso los Modelos de Lenguaje Grande (LLMs) y las IAs generativas actuales no superan a los humanos en la detección de mentiras y a menudo reproducen los mismos sesgos de verdad o mentira que sus creadores humanos.


5. El estado actual del conocimiento: la Teoría del Default de Verdad y la realidad de la detección

Si las microexpresiones no funcionan y la tecnología falla, ¿dónde nos deja eso? La ciencia actual ha pivotado hacia explicaciones más parsimoniosas y evolutivas sobre por qué mentimos y por qué (no) detectamos mentiras.


5.1 La Teoría del Default de Verdad (TDT)

Timothy Levine ha propuesto la Teoría del Default de Verdad (Truth-Default Theory, TDT), que ofrece una explicación radicalmente diferente a la de Ekman. Según la TDT, los seres humanos no somos malos detectores de mentiras por un fallo evolutivo, sino por un diseño funcional necesario.


  1. El principio de honestidad. La comunicación humana y la sociedad civilizada colapsarían si no asumiéramos por defecto que los demás dicen la verdad. Si tuviéramos que verificar cada afirmación ("Soy tu madre", "Este tren va a Madrid"), la cooperación sería imposible.


  2. El sesgo de verdad. Evolutivamente, es más costoso ser un paranoico que desconfía de todo (perdiendo oportunidades de cooperación) que ser engañado ocasionalmente. Por eso, nuestro cerebro está "cableado" para creer, a menos que haya una prueba irrefutable en contra (el "Trigger" o detonante).


  3. La precisión humana. Debido a este sesgo, la precisión promedio de los seres humanos para detectar mentiras sin evidencia externa es del 54%, apenas superior al azar (50%). Esto se mantiene constante entre estudiantes, psicólogos, jueces y agentes de policía. La idea de que existen "superdetectores" humanos naturales es, estadísticamente, un mito.


Tabla 2. Comparación de Paradigmas en la Detección de Engaños

Característica

Paradigma de Ekman (Siglo XX)

Paradigma Contemporáneo (Levine/Vrij - Siglo XXI)

Premisa Central

El mentiroso siente emoción y "filtra" señales (Leakage).

La mayoría de las mentiras no generan emoción visible; la detección depende del contenido y contexto.

Señal Clave

Microexpresiones, lenguaje corporal, nerviosismo.

Inconsistencias lógicas, verificabilidad de detalles, carga cognitiva.

Rol del Rostro

Ventana al alma; fuente primaria de verdad.

Herramienta de manipulación social; poco fiable para la verdad.

Precisión Esperada

Alta (>80%) con entrenamiento en microexpresiones.

Baja (~54%) sin evidencia externa; mejora solo con estrategias de entrevista cognitiva.

Tecnología Asociada

Polígrafo, Análisis de Estrés de Voz, IA de visión.

Verificación de datos, Inteligencia basada en evidencia, Entrevista Cognitiva.

5.2 Lo único que funciona (parcialmente): carga cognitiva y verbal

Dado que el cuerpo no nos traiciona, los investigadores actuales como Aldert Vrij se centran en la mente. La técnica más prometedora es la inducción de Carga Cognitiva.


  • Fundamento. Mentir es mentalmente más exigente que decir la verdad. El mentiroso debe inventar una historia, mantener la coherencia con lo dicho antes, monitorear lo que sabe el entrevistador y controlar su comportamiento.


  • Aplicación. Si se aumenta artificialmente la dificultad de la entrevista (por ejemplo, pidiendo al sujeto que relate los hechos en orden cronológico inverso o pidiéndole que realice una tarea secundaria mientras habla), el mentiroso agota sus recursos cognitivos. Esto resulta en señales verbales reales: respuestas más lentas, menos detalles, contradicciones lógicas y frases más simples. La persona que dice la verdad, al apoyarse en la memoria episódica, sufre menos deterioro en su rendimiento bajo carga.


  • Enfoque Verbal. Estudios recientes confirman que la precisión en la detección de mentiras aumenta significativamente cuando los observadores solo escuchan el audio o leen la transcripción, eliminando la información visual. El rostro es un distractor que nos sesga hacia la credibilidad (si la persona es atractiva o parece sincera) más que hacia la verdad.


6. Conclusiones

La trayectoria científica de Paul Ekman representa uno de los capítulos más fascinantes y consecuentes de la psicología moderna. Su ambición de encontrar un lenguaje universal que uniera a la humanidad bajo una biología compartida fue noble en su origen y brillante en su ejecución metodológica inicial. Sin embargo, la ciencia no es estática. La acumulación de evidencia en las últimas tres décadas ha erosionado los pilares de la Teoría de las Emociones Básicas. Sabemos ahora que la universalidad de las expresiones faciales es un mito dependiente de métodos de investigación sesgados, y que la riqueza de la vida emocional humana se construye a través de la predicción, el contexto y la cultura, no mediante reflejos ancestrales rígidos.


Las consecuencias de aferrarse al paradigma de Ekman han sido costosas. La creencia en la "fuga no verbal" y la detectabilidad de la mentira a través del cuerpo ha generado una industria de pseudociencia de seguridad que ha desperdiciado recursos públicos y ha puesto en riesgo los derechos civiles de ciudadanos inocentes. Desde el polígrafo hasta la inteligencia artificial emocional, la búsqueda tecnológica de la verdad ha fallado porque persigue un fantasma: una señal biológica del engaño que simplemente no existe.


En el año 2025, la postura científica responsable es el escepticismo y la humildad. No podemos leer la mente mirando a los ojos. No hay máquinas de la verdad. La detección del engaño sigue siendo una tarea ardua que requiere investigación, corroboración de hechos y un entendimiento profundo de la psicología humana, libre de las simplificaciones seductoras pero erróneas del pasado. La cara no es el espejo del alma; es, en el mejor de los casos, un lienzo donde pintamos nuestras intenciones sociales, y en el peor, una máscara diseñada para ocultarlas.



Este artículo ha sido redactado con ayuda de inteligencia artificial.


bottom of page