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Sentencia del TEDH sobre el consentimiento en prácticas sexuales extremas

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El Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) acaba de dictar una sorprendente sentencia en la que se pronuncia sobre un caso ocurrido en Francia, respecto a si hubo o no agresión sexual en las prácticas sexuales extremas entre un jefe y una subordinada.


El laberinto de una relación tóxica: la historia de E.A.

En marzo de 2010, E.A., una joven preparadora de farmacia de 26 años, comenzaba a trabajar en el centro hospitalario de Briey. Con un contrato temporal y la ambición de convertirse en empleada fija, su futuro profesional parecía prometedor, pero también frágil, dependiendo en gran medida de sus superiores. Uno de ellos era el Dr. K.B., jefe del servicio de farmacia, un hombre mayor y con una posición consolidada de poder en el hospital.


Pronto, la relación estrictamente profesional dio paso a algo más íntimo. K.B., jugando con su carisma y su estatus, inició una relación de seducción con E.A.. Pero lo que comenzó como un romance clandestino se transformó, poco a poco, en una pesadilla de control y dominación. K.B. instauró un ciclo tóxico de "seducción-rechazo": un día la colmaba de halagos y al siguiente la humillaba públicamente en el trabajo, criticando sus capacidades y amenazando su futuro profesional. "Me tomaba y me abofeteaba", confesaría E.A. más tarde. "Quería que le dijera que [era] su mierda. Para hacerle sentir placer, yo decía todo eso".


La relación se hundió en una espiral de prácticas perversas y violentas. E.A. ya no sabía qué era normal. El control de K.B. se volvió total: le exigía que le enviara fotos diarias con la ropa interior bajada, que le telefoneara mientras iba al baño y controlaba su ropa y maquillaje. Los encuentros sexuales, a menudo en el sótano del propio hospital, se volvieron cada vez más brutales: bofetadas, azotes, estrangulamientos y, en dos ocasiones, sodomizaciones forzadas que la dejaron sangrando y con un dolor insoportable. "Cuando decía 'no', eso significaba 'sí'", explicó E.A., "lo que yo decía no tenía ninguna importancia. Cedía para no contrariarlo".


El símbolo más oscuro de esta dominación fue un documento titulado "contrat maître-chienne" (contrato amo-perra), redactado y firmado por ambos. En él se detallaban obligaciones degradantes para E.A., como llevar correa y collar, pedir permiso para salir o aceptar tener relaciones con otros hombres en presencia de K.B.. Para sellar su autoridad, K.B. estampó su sello profesional de jefe de servicio en el documento, fusionando su poder laboral con su abuso personal.


Aislada de sus amigos y familiares, y tras una maniobra de K.B. que provocó la ruptura con su pareja de seis años, E.A. se encontró completamente sola. Su salud se desmoronó. Perdió peso drásticamente, sufría temblores constantes y lloraba con frecuencia. Finalmente, en junio de 2013, su cuerpo y su mente dijeron basta. Fue hospitalizada por una grave depresión, donde comenzó a revelar el infierno que vivía. Un psiquiatra la diagnosticó más tarde con un "síndrome del rehén", concluyendo que K.B. no podía ignorar la extrema fragilidad en la que la había sumido.


Una justicia lenta e indiferente

Animada por sus superiores, E.A. denunció formalmente los hechos en agosto de 2013, acusando a K.B. de violaciones agravadas, agresiones sexuales y acoso. Sin embargo, desde el inicio, el sistema judicial pareció minimizar la gravedad de sus alegaciones. La fiscalía limitó la investigación a "violencias voluntarias" y "acoso sexual", ignorando por completo los cargos de violación. Esto significó que el caso nunca llegaría a una corte de lo penal, el único tribunal competente para juzgar crímenes tan graves.


La investigación fue lenta y parcial. K.B. fue detenido meses después de haber sido informado de las acusaciones, dándole tiempo a borrar los datos de su ordenador profesional. No se registraron sus domicilios, y las pruebas digitales no se explotaron a fondo. El proceso se alargó durante más de ocho años y seis meses.


En 2018, el tribunal correccional de primera instancia condenó a K.B. por violencias y acoso, reconociendo el "comportamiento agresivo y humillante" y el abuso de autoridad. Sin embargo, se negó a recalificar los hechos como agresiones sexuales, argumentando que no se podía probar la falta de consentimiento bajo la estricta definición de "violencia, coacción, amenaza o sorpresa" de la ley francesa.


Pero el golpe más duro llegó en 2021. La Corte de Apelación de Nancy anuló la condena y absolvió a K.B. de todos los cargos. Su razonamiento fue devastador: al haber firmado el "contrato maître-chienne", E.A. había dado su "aceptación a las prácticas sexuales". La corte ignoró el contexto de poder, el control coercitivo y la vulnerabilidad extrema de E.A., reduciendo una compleja dinámica de abuso a un simple acuerdo entre adultos. Para el sistema judicial, su firma en un documento nacido de la coacción invalidaba todo su sufrimiento posterior.


La condena a Francia

Desesperada, E.A. llevó su caso al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. En 2025, el tribunal emitió una sentencia histórica, declarando por unanimidad que Francia había violado los derechos de E.A. al no protegerla de tratos inhumanos y degradantes.

El fallo fue una crítica contundente al sistema judicial francés. El Tribunal señaló que las autoridades francesas:


  • Fracasaron en la investigación: al excluir desde el principio las denuncias de violación y llevar a cabo pesquisas parciales y excesivamente lentas.

  • Interpretaron erróneamente el consentimiento: al no realizar una evaluación completa del contexto, ignorando la relación de poder profesional, el control coercitivo y la extrema vulnerabilidad psicológica de E.A. .

  • Sometieron a E.A. a una victimización secundaria: al usar el "contrato maître-chienne" —un instrumento de su abuso— como prueba de su consentimiento, utilizando un razonamiento culpabilizador y estigmatizante.


El Tribunal condenó a Francia a indemnizar a E.A. por el daño moral sufrido, reconociendo que el Estado había fracasado en su deber más fundamental: proteger a una ciudadana de la violencia y garantizarle una justicia efectiva.


Importancia de la sentencia

La trascendencia de esta sentencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) radica en que va más allá de un caso individual para convertirse en una crítica estructural y profunda al sistema judicial francés en su tratamiento de la violencia sexual. Su importancia se manifiesta en varios niveles clave:


1. Cuestiona el Marco Legal Francés sobre Violencia Sexual

La sentencia señala una debilidad fundamental en la legislación penal francesa sobre violaciones y agresiones sexuales. Aunque la jurisprudencia interna considera el consentimiento, la ley se centra en la prueba de "violencia, coacción, amenaza o sorpresa".


  • Insuficiencia de la Ley. El Tribunal acoge las críticas de organismos como el GREVIO (Grupo de expertos sobre la lucha contra la violencia contra las mujeres), que advierten que este enfoque no logra abarcar todas las situaciones de ausencia de consentimiento, especialmente en casos de "sumisión" o "parálisis" de la víctima (sidération).


  • Llamada a la reforma. Al resaltar estas "lagunas" en el marco jurídico, la sentencia ejerce una fuerte presión sobre Francia para que modernice su legislación y centre la definición de los delitos sexuales en la ausencia de un consentimiento libre y voluntario, tal como lo exige la Convención de Estambul. El Tribunal toma nota de las propuestas legislativas ya en curso en Francia para integrar explícitamente el consentimiento en la ley.


2. Establece un estándar sobre cómo evaluar el consentimiento

Quizás el aspecto más crucial es cómo el TEDH instruye a los sistemas judiciales sobre la evaluación del consentimiento. El Tribunal critica duramente a los tribunales franceses por no haber realizado una "evaluación contextual de las circunstancias".


  • El Consentimiento debe ser contextualizado. La sentencia establece que el consentimiento no puede analizarse en el vacío. Los jueces deben considerar factores como:


    • El desequilibrio de poder, especialmente en el ámbito profesional, donde existía una relación de subordinación directa.

    • La vulnerabilidad de la víctima, incluyendo su fragilidad psicológica, que en este caso era conocida por el agresor.

    • El "control coercitivo", un patrón de abuso psicológico, aislamiento y dominación que mina la capacidad de una persona para consentir libremente.


  • Rechazo a la victimización secundaria. La victimizaciόn secundaria se refiere al sufrimiento adicional que experimenta una víctima, no como resultado directo del delito original, sino debido a la respuesta de las instituciones y personas con las que interactúa después (como la policía, los jueces o los medios de comunicación). Es una forma de "revictimizar" a la persona a través de un trato inadecuado, culpabilizador o insensible durante el proceso judicial. En esta sentencia, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (TEDH) concluye que el Estado francés expuso a E.A. a una forma de victimización secundaria, especialmente a través del razonamiento de la Corte de Apelación de Nancy. El rechazo a esta práctica es uno de los pilares de la condena a Francia.


El Tribunal denuncia enérgicamente el razonamiento de la Corte de Apelación, que utilizó el "contrato maître-chienne" como prueba del consentimiento de E.A.. Califica este enfoque como "culpabilizador, estigmatizante y de naturaleza a disuadir a las víctimas" de buscar justicia. Afirma que un documento así, lejos de ser una prueba de consentimiento, es un "instrumento del control coercitivo".


3. Denuncia fallos sistémicos en la investigación y el proceso judicial

La sentencia no solo critica la decisión final, sino toda la cadena de respuesta judicial, evidenciando fallos sistémicos.


  • Minimización de los hechos desde el inicio. El Tribunal destaca que, a pesar de que E.A. denunció explícitamente "violaciones agravadas", la fiscalía y el juez de instrucción limitaron la investigación y la acusación a delitos menores ("violencias" y "acoso sexual"). Esto impidió desde el principio que los hechos más graves fueran juzgados por el tribunal competente (la cour d'assises).

  • Investigaciones parciales y lentas: se critica el carácter "parcial" de las investigaciones (por ejemplo, la incautación tardía del ordenador con datos borrados) y la "duración excesiva" del procedimiento (ocho años y seis meses).


Trascendencia de la sentencia

En resumen, la importancia de este fallo reside en que:


  1. Crea un precedente a nivel europeo sobre la obligación de los Estados de adoptar un marco legal centrado en el consentimiento y de aplicarlo eficazmente.

  2. Educa a los sistemas judiciales sobre la necesidad de analizar el consentimiento de manera integral y contextual, reconociendo las dinámicas de poder y el control coercitivo.

  3. Protege a las víctimas de la victimización secundaria, enviando un mensaje claro de que no se puede culpar a una víctima por su comportamiento bajo coacción o por participar en dinámicas de abuso de las que es prisionera.

  4. Valida la lucha de las víctimas y las asociaciones que, como la AVFT, denuncian la "cultura de la violación" impregnada en las instituciones judiciales y la necesidad de un cambio de paradigma.


Esta sentencia obliga a Francia a una profunda autocrítica y a implementar reformas significativas para garantizar que las víctimas de violencia sexual reciban una protección y una justicia efectivas, en consonancia con sus obligaciones internacionales.

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