
Axel Rudakubana, un adolescente nacido el 7 de agosto de 2006 en Cardiff, Gales, se convirtió en el centro de una tragedia nacional en el Reino Unido tras perpetrar un ataque con cuchillo en una clase de baile para niñas en Southport el 29 de julio de 2024. Este evento no solo conmocionó a la comunidad local sino que también provocó un profundo debate en Reino Unido sobre la violencia, el extremismo y las fallas en los sistemas de protección y prevención.
El Ataque en Hart Space
Rudakubana, de 17 años en el momento del ataque, llegó en taxi a Hart Street en Southport, disfrazado con una máscara quirúrgica y una sudadera verde. Entró al edificio donde se realizaba una clase de baile temática de Taylor Swift, a la que asistían 26 niñas de entre 6 y 11 años. Sin mediar palabra, comenzó a apuñalar a las niñas al azar, matando a Bebe King (6), Elsie Dot Stancombe (7) y Alice da Silva Aguiar (9). Además, hirió a otras ocho niñas y dos adultos, incluyendo a la instructora de baile, Leanne Lucas, quien intentó proteger a las niñas. Jonathan Hayes, un hombre que trabajaba en una oficina del mismo edificio, intentó detener a Rudakubana pero también fue apuñalado. Los servicios de emergencia recibieron la primera llamada a las 11:47, y los esfuerzos por socorrer a las víctimas se pusieron en marcha rápidamente.
Antecedentes Problemáticos
La vida de Rudakubana estuvo marcada por señales de alarma desde una edad temprana. En 2019, a los 13 años, contactó a Childline preguntando "¿qué debería hacer si quiero matar a alguien?". Fue expulsado de la escuela después de llevar un cuchillo en múltiples ocasiones. En diciembre de 2019, amenazó a alumnos y profesores con un palo de hockey y agredió a un alumno, rompiéndole la muñeca. A pesar de ser remitido al programa anti-extremismo Prevent en tres ocasiones entre 2019 y 2021 por su interés en tiroteos escolares y material extremista, no fue aceptado en el programa debido a la falta de evidencia de una ideología terrorista. Rudakubana también había sido diagnosticado de trastorno del espectro autista.
Rudakubana, aparentemente obsesionado con la violencia, había estado buscando en Internet imágenes de guerras, torturas y genocidios, incluyendo el genocidio de Ruanda del cual sus padres habían escapado. En sus dispositivos, se encontraron también caricaturas que insultaban o se burlaban de varias religiones, incluyendo el Islam, el Judaísmo y el Cristianismo. Semanas antes del ataque, su padre le impidió tomar un taxi a su antigua escuela, lo que sugiere que podría haber tenido planes de atacar allí.
El Proceso Legal y la Sentencia
Inicialmente, Rudakubana se declaró no culpable, pero cambió su declaración a culpable el 20 de enero de 2025. Fue acusado de tres cargos de asesinato, diez cargos de intento de asesinato, posesión de un arma blanca, producción de ricina (una toxina biológica letal) y un cargo relacionado con terrorismo por poseer un manual de entrenamiento de Al-Qaeda. El 23 de enero de 2025, fue condenado a cadena perpetua, con un mínimo de 52 años de prisión. El juez indicó que era muy poco probable que fuera liberado y que probablemente pasaría el resto de su vida en prisión.
La Respuesta Social y Política
El caso de Rudakubana provocó una ola de indignación y debate a nivel nacional. La falta de acción por parte de las autoridades y la falla del programa Prevent fueron objeto de críticas y se inició una investigación pública. Se reveló que Rudakubana había sido remitido a Prevent en tres ocasiones debido a su interés en la violencia, pero que no se consideró que cumpliera los criterios para la intervención debido a la ausencia de ideología terrorista. La ministra del Interior, Yvette Cooper, concluyó que "se había dado demasiado peso a la ausencia de ideología" en el programa. El Primer Ministro Starmer prometió reformar las leyes de terrorismo para abordar los actos de violencia no ideológicos.
Tras el ataque, se produjeron disturbios y protestas en todo el país, alimentados por la desinformación en Internet sobre la identidad del atacante. La policía no consideró el incidente como un acto terrorista, ya que no se identificó un motivo ideológico. No obstante, la posesión de ricina y un manual de Al-Qaeda llevó a cargos bajo la Ley de Armas Biológicas y la Ley de Terrorismo.
Trastorno del Espectro Autista y la Conducta Violenta
El caso de Axel Rudakubana plantea preguntas importantes sobre la relación entre el trastorno del espectro autista (TEA) y la conducta violenta. Si bien Rudakubana fue diagnosticado con TEA, es fundamental entender que el autismo en sí mismo no es una predisposición a la violencia. De hecho, las personas con TEA son más propensas a ser víctimas de violencia que a ser perpetradoras.
Víctimas de violencia: Las personas con autismo son frecuentemente víctimas de acoso escolar, abuso y crímenes de odio. La discriminación y la falta de comprensión social las hacen más vulnerables a la explotación y la violencia.
Malinterpretación de comportamientos: Algunas conductas asociadas al autismo, como la dificultad para el contacto visual, la sensibilidad sensorial o la dificultad en la comunicación, pueden ser malinterpretadas como agresivas o violentas por quienes no comprenden el TEA.
Desencadenantes de violencia: Las personas con TEA pueden experimentar frustración y estrés cuando no logran comunicarse o cuando se enfrentan a sobrecarga sensorial, lo que puede llevar a reacciones que, aunque no intencionalmente violentas, pueden ser percibidas como tales.
Ausencia de relación causal: No existe evidencia científica que vincule directamente el autismo con la delincuencia. La tasa de delincuencia entre personas autistas es menor que entre las personas no autistas.
El papel de otros factores: En el caso de Rudakubana, su historial de violencia, su interés en el extremismo y las fallas del sistema de protección fueron más relevantes que su diagnóstico de TEA. Su obsesión por la violencia, su acceso a material extremista y su falta de empatía jugaron un papel crucial en sus acciones.
Es crucial evitar la estigmatización de las personas con autismo y comprender que la violencia es un fenómeno complejo con múltiples causas. Vincular el autismo a la violencia perpetúa estereotipos dañinos y discrimina a una población ya vulnerable.
El caso de Axel Rudakubana es una tragedia multifactorial en la que la violencia, el extremismo y las fallas en los sistemas de protección convergieron para causar un daño irreparable. Aunque Rudakubana fue diagnosticado de autismo, es importante destacar que su TEA no fue la causa de sus actos. Su historial de violencia, su obsesión por la muerte y la falta de intervención oportuna por parte de las autoridades son factores clave que contribuyeron a esta tragedia. Es necesario mejorar los programas de prevención, combatir la desinformación en Internet y promover una mejor comprensión del autismo para evitar tragedias similares en el futuro. Es fundamental recordar que las personas con autismo son más propensas a ser víctimas de violencia que a perpetrarla, y que la generalización y el estigma no sólo son injustos sino también peligrosos.